miércoles, 7 de marzo de 2012

Capitulo 5





Emilio se siente en el paraíso. Tiene desnudo en sus brazos a uno de esos pelirrojos que tanto le han gustado. El pelirrojo cierra los ojos por fuerza. Trata de pensar en mujeres, sólo ha conocido a una. Una mujer, un hombre. No es algo que lo haga sentir bien, que lo relaje. Emilio está muy ansioso, nervioso, excitado de estar poseyendo ese chico tan joven. El pelirrojo se levanta totalmente desnudo. Emilio le agarra el brazo.
--No te vayas, he pagado mucho por ti.
A Emilio le gusta ver al pelirrojo desnudo. Éste siente asco.
--Sí pero ya lo hemos hecho, te la he metido, me has roto el culo, nos la hemos mamado… Tengo un hijo recién nacido, dejame ir con él. No te aproveches tanto de mi necesidad de dinero.
--Está bien, vete. Ya te volveré a llamar.
Emilio ha disfrutado pero se queda frustrado. No le gusta tener que pagar para que se acuesten con él, no le gusta la cara de asco de ese joven pelirrojo. Al pelirrojo no le gustan los hombres pero tampoco le gusta, y no quiere reconocer, que le hagan sentir placer. Emilio le asquea pero en el fondo ha sentido placer con lo que el hombre le ha hecho.

En ese mismo instante, Héctor está en el cuarto que ocupaba en el hostal de su abuela. Su madre está con él. Héctor se nota molesto.
--¡no puedo creer que papá haya vendido el hostal, parece que se alegrara que se haya muerto su madre¡
--Es que ya sabes que tu papá nunca viene al pueblo.
Héctor responde con odio:
--¡Es que me deja en la calle¡
La madre siempre apoya a su esposo y eso es algo que Héctor no soporta.
--Es que no trabajas, no estudias. Nos tienes preocupados.
--¡no te metas en mi vida¡ --Héctor furioso.
--acepta la oferta de tu papá.
Héctor se muestra violento. Mueve mucho las manos, da patadas a la pared.
--¡no pienso trabajar en ese sucio almacén¡
--pero es que tu papá no dejará que vivas en la casa y yo no podré hacer nada por ti.
Héctor siente mucho rencor. Le da rabia que su padre sea duro con él y que su madre lo consienta, que se considere como un mueble.
--tengo donde ir, no te preocupes. Vuelvo contigo pero me quedo con un amigo.
--pero apenas tienes 17 años qué vas a hacer solo?
--Ya me queda poco para los 18. No te preocupes, voy a estar bien.
La madre es una mujer triste. Parece mayor de lo que es, no toma decisiones y vive a la sombra de su esposo. Héctor le acaricia un golpe que tiene en la cara.
--¿otra vez te golpeaste con la puerta?
--No fue nada –dice ella agachando la cabeza.
Héctor sabe de qué son esos golpes y le da mucha bronca pero no dice nada. Calla como su madre.



Esa noche, Feli está sola en su casa de la montaña. Llaman al timbre. Va a abrir en ropa de cama.
--¡ya voy¡ ¡¡ya voy¡
Se queda helada al ver a Héctor con una maleta. Él la mira con una sonrisa que ella se derrite.
--¿dónde está nuestro cuarto?
--¿cómo?
Y Héctor actúa como si fuera un premio para ella.
--¡vengo a quedarme a vivir contigo¡
Héctor cierra la puerta y la arrastra hacia el sofá. Hace que se arrodille para que le coma la verga y ella no es capaz de negarse. Luego la hace ponerse a cuatro patas. A él le queda la ropa hasta las rodillas.
--¿esto no le hará daño a mi hija?
Héctor se clava en el trasero de ella causándole un gran dolor. En la recta final de su embarazo a Feli es algo que le cuesta pero Héctor despierta algo muy fuerte en ella y no lo puede rechazar.
-- la hija que llevas dentro es una futura putita y que debe aprender lo que es un macho desde ya.
Es algo que no le gusta pero Héctor es demasiado guapo, demasiado seductor, se le hace irresistible y no saber negarse. Héctor lo sabe. Sabe que con Feli tiene una amante, una sirvienta y todo gratis. No le importa que la joven está apunto de dar a luz.

Días después, por unos vecinos, doña Juliana, la madre de Feli, se ha enterado que su hija vive con un hombre. Quiere saber quien es, si es el padre de su hijo.
--No, no lo es. Es mi primer novio.
Juliana trata que su hija no haga locuras.
--¡dile que se vaya¡ ¡Eres menor de edad¡
Pero Feli defiende su libertad de vivir con quien quiera en su casa.
--Firmaste la emancipación.
A Juliana lo que más le preocupa lo que diría su esposo si lo supiera.
--¡¡pues me trae sin cuidado¡ --Feli.
Juliana se va triste y a Feli le da pena hacer sufrir a su madre.
--tengo derecho a buscar mi felicidad --se justifica.
Juliana besa a su hija:
--espero que sepas lo que haces.
--Lo amo mamá. --dice Feli seria.
--¿y el padre de tu hijo? ¿ese hombre le dará su apellido?
Feli no quiere pensar, sólo quiere vivir. Juliana se va muy angustiada. Héctor estaba en la casa pero ha salido por la puerta de atrás. Cuando vuelve, Feli le reclama que no haya querido conocer a su madre. Muy brusco le dice:
--No creo que estés en posición de reclamar nada. Estas preñada de un hombre qué a saber quien es ¡¡yo no pienso comerme ese paquete¡ ¡¡no me vas a hacer responsable de esa barriga que te han llenado¡
A Feli la lastima mucho sus palabras. Su desprecio. Con lágrimas en los ojos ella le pregunta:
--¿porque estás conmigo? Porque simplemente parezco tu sirvienta con la que coges.
Él se muestra seductor. Sabe que así la vence. La acaricia y ella se derrite:
--Claro que no, tú eres muy importante pero no tiene nada de malo que quiera acostarme contigo a todas horas. A ti también te gusta.
El la besa besando y ella jadea:
--te amo y me encanta hacer el amor contigo pero también quiero hacer otras cosas.
Héctor la va llevando a su terreno:
--haremos todo lo que quieras pero después cuando tenga mas tiempo.
En el sofá le echa un rápido polvo y sin quitarse la ropa y se va. Feli no logra que éste se muestre amable y le diga donde va, que Le diga cosas bonitas. Feli se queda triste. Luego huele su ropa y se siente feliz. Siente que un hombre como Héctor alimenta y sentir su aroma la consuela cuando no está.

Feli despierta de madrugada en brazos de Héctor. Tiene los dolores del parto.
--¡¡mi hija¡ ¡¡voy a tener a mi hija¡
Héctor la mira con cara de fastidio.
--¿¿ahora?¡¡ ¡¡tengo que madrugar¡


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